Cuando daba clases de periodismo, una de las primeras cosas que les enseñaba a los alumnos era el poder de vida o muerte que encierra el trazo minúsculo de una coma...
Por Ezequiel Martínez
Cuando en el colegio secundario me tocó el francés como idioma extranjero, lo primero que me sorprendió fue la fertilidad de sus acentos: el grave, el agudo, la diéresis y el inesperado circunflejo (aquel que se dibuja como el techo de una casita), me enmarañaron el aprendizaje de ese lenguaje ajeno. Eso sin contar la complejidad anexa de la c con cedilla (ç) y las intermitencias de sus apóstrofos.